El repartidor dejó una nota en mi caja de pizza: me salvó de un compromiso catastrófico.

Cuando Emily decidió pedir una pizza mientras su prometido estaba fuera, esperaba pasar una noche tranquila a solas, sin esperar una nota que destrozaría su vida por completo. Sin saberlo, esta entrega la salvaría de un matrimonio catastrófico.

Vivir con Jake se había convertido en una comodidad predecible. Nuestro modesto apartamento, adornado con mantas acogedoras y cojines eclécticos, parecía un santuario, o eso creía. Soy Emily, y durante los últimos tres años, Jake y yo hemos disfrutado de nuestras sencillas alegrías.

Uno de nuestros placeres habituales era pedir pizza en nuestro restaurante local favorito durante nuestras tardes relajadas. Jake echaba un vistazo a las opciones de películas mientras yo hacía nuestro pedido habitual.

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