Enharino ligeramente las rodajas de pollo, escurro el exceso de harina y las coloco en una sartén con aceite caliente. Las doro rápidamente por ambos lados, luego las saco y las aparto.
Salteado aromático:
En la misma sartén, añado la cebolla y el ajo picados. Los sofrío a fuego medio durante 1 o 2 minutos, justo hasta que desprendan su aroma.
El toque de limón:
exprimo un limón directamente en la sartén, revuelvo y dejo que el jugo se mezcle con los jugos de la cocción.
Para una cremosidad ligera,
añado yogur griego (o ricotta licuada), mezclo bien y devuelvo el pollo a la sartén. Bajo el fuego y cocino a fuego lento hasta que la salsa esté suave y cremosa.
Toques finales:
Sazonar con sal y pimienta, añadir una ramita de romero y, si quiero más frescor, un poco de zumo del segundo limón al final de la cocción.
Sirve
el pollo con unas rodajas de limón fresco. Está delicioso con arroz basmati, verduras salteadas o incluso con una ensalada fresca.
En resumen: pocos ingredientes, tiempo récord y un resultado excepcional. Se ha convertido en uno de mis platos favoritos cuando no sé qué cocinar, pero se me antoja algo diferente.