El toro será trasladado al matadero hoy mismo. No! Gritó Pablo con toda la fuerza de sus pulmones. No podéis llevárselo. El niño corrió hacia el corral, pero los hombres lo detuvieron. Trueno, sintiendo la angustia de Pablo, empezó a mujir desesperadamente y a golpear las rejas. ¿Veis? dijo el inspector. Es agresivo.
Es agresivo porque estáis haciendo daño a su amigo lloró Pablo. En ese momento llegó Luis, que había oído los gritos. ¿Qué pasa? José le explicó la situación y Luis sintió que se le caía el mundo viendo la desesperación de su hijo. ¿Hay algo que podamos hacer?, preguntó desesperado.
El inspector negó con la cabeza. La orden está firmada. El toro se va hoy. Pero Pablo no se rindió. Con la determinación típica de los niños que saben que tienen razón, hizo algo que dejó a todos sin palabras. ¿Te está gustando esta historia? Deja un like y suscríbete al canal. Ahora continuamos con el vídeo. Mientras los hombres preparaban el equipo para cargar a Trueno, Pablo se escapó de los brazos de su padre y corrió hacia el corral.
Pablo, no! gritó Luis. Pero el niño estaba decidido. Abrió la puerta del corral antes de que alguien pudiera detenerlo. Todos atrás, gritó el inspector. El toro está suelto. Trueno salió del corral con la potencia de un tren y todos huyeron aterrorizados. Todos, exceptó Pablo. El niño se quedó inmóvil en el centro del patio con los brazos abiertos y miró al toro a los ojos.
Amigo mío, dijo con voz dulce, no les hagas daño, ¿vale? No son malos, solo están asustados como tú. Trueno se detuvo a un metro de Pablo. Los dos se miraron durante lo que parecieron segundos eternos. Entonces, increíblemente Trueno bajó la cabeza y permitió que Pablo lo abrazara. Te quiero mucho, gran amigo”, susurró Pablo.
“Pero tienes que portarte bien, si no te llevan lejos de mí.” La escena era tan conmovedora que hasta el inspector se detuvo con lágrimas en los ojos. “Nunca más he visto nada igual”, susurró Luis. Se acercó lentamente. “Pablo, ¿puedes decirle a tu amigo que vuelva al corral?” “Claro, papá. Tú vuelves a casa, ¿vale?”, dijo Pablo acariciando el hocico de Trueno.
Y el milagro se repitió. Trueno siguió dócilmente a Pablo hacia el corral y entró sin no poner resistencia. El inspector permaneció en silencio durante largos minutos. Luego dijo, “En 30 años de trabajo, nunca he visto un vínculo así. Entonces, ¿no se lo llevarán?”, preguntó José con esperanza.
Me lo llevaré, pero no al matadero. Lo transferiremos a un centro especializado para animales de terapia. Un toro que responde así a un niño podría ayudar a otros niños. No, dijo Pablo. Él quiere quedarse aquí. Esta es su casa. El inspector miró a ese niño valiente y tomó una decisión que lo cambiaría todo. Escuche, señor Hernández, dijo el inspector después de reflexionar largo rato.
Podría considerar dejar el toro aquí, pero con condiciones muy precisas. José se aferró a esa esperanza. Las que sea. Primera, el toro debe ser seguido constantemente por un veterinario cualificado. El Dr. Martín ha aceptado mudarse aquí. dijo José mirando a Luis que asintió. Segunda, hay que construir un corral más seguro y que cumpla las normas. Hecho.
Tercera. El niño puede interactuar con el toro solo bajo supervisión médica y nunca solo. Pablo hizo una mueca. Pero así no es divertido. Pablo, dijo Luis dulcemente. Es por tu seguridad y para salvar a tu amigo. Vale, suspiró el niño. Pero puedo venir a verlo todos los días. Todos los días, prometió José.
El inspector rellenó nuevos documentos. El toro se queda aquí de forma experimental durante 6 meses. Si no hay incidentes, la decisión se hará definitiva. Esa noche, en la cocina de Casa Hernández se celebró con una cena que sabía a Victoria. Brindemos, dijo José levantando el vaso, por nuestro pequeño domador de toros. Pablo sonríó. No lo he domado.
Solo le he dicho que éramos amigos. ¿Y cómo supiste que estaba triste?”, preguntó Carmen. Porque cuando mamá se fue al cielo, yo también estaba enfadado con todos. Pero papá me explicó que cuando alguien que quiere se va, el corazón duele, pero no es culpa de nadie. Luis sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.