Sirva caliente, espolvoreado con un poco de mantequilla o cebollino fresco.
Por qué funciona tan bien
: No se pierde el sabor: Al hervir en agua, gran parte del sabor natural de la papa se pierde y se pierde por el desagüe. Cocinarla con leche y mantequilla lo conserva.
Textura más cremosa: Los almidones permanecen en la olla y se mezclan con la grasa, dando como resultado un puré ultra suave.
Sabor infundido: ajo, hierbas, mantequilla y lácteos se impregnan en cada bocado.
Reflexiones finales: La abuela tenía razón (otra vez)
Desde que cambié a este método, más de una persona me preguntó: “¿Qué hiciste con estas patatas?” Y la respuesta es simple: dejé de hervirlas en agua corriente.
Así que si te has conformado con un puré insípido, es hora de mejorar tu sabor de papa. Tus papilas gustativas —y tu abuela— te lo agradecerán.
Pruébalo una vez. No volverás a hervir agua.
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