Solo el 1% de las personas puede encontrar todas las caras en menos de 30 segundos.

A primera vista, es un árbol común y corriente: tronco nudoso, ramas retorcidas, follaje denso. Pero espera… Mira con atención. ¿Notas algo inusual? ¿Quizás un sutil perfil entre dos ramas? ¿Un prado de cabellos delineado por las hojas? Acabas de entrar en el fascinante mundo de las ilusiones ópticas naturales, donde un árbol se convierte en una galería de rostros ocultos.
La magia de la pareidolia: cuando el cerebro ve rostros donde no los hay.

Este fenómeno tiene un nombre muy específico: pareidolia. Es nuestra capacidad de reconocer formas familiares —a menudo rostros— en objetos cotidianos. Nubes, rocas, paredes agrietadas… ¡y, por supuesto, árboles! Esta respuesta proviene de nuestro instinto de supervivencia, ya que reconocer un rostro puede indicar la presencia de un aliado… o de peligro.

En esta poética ilustración de un árbol místico, cada curva de la rama se convierte en una mejilla, cada espacio vacío en un ojo. El resultado: un bosque de almas silenciosas, que parecen observarte y evocar historias olvidadas.

¿Cuántas caras ves?

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